domingo, 25 de julio de 2010

LLAMADA DE AUXILIO

… Ahora las cosas parecen un poco más pequeñas y más inútiles si en dos minutos te pones a pensarlas. Yo ya no quiero perder mi tiempo, ni dejarlo correr para surcar mis días; tampoco necesito más razones que la sinrazón que me aborda ahora entre dolores.

Fue una llamada de auxilio la que volcó mi miedo, atenazándome y acorralando lo que hasta ahora era seguro. Las noches me robaron la felicidad y la gratinaron, escupieron los sueños que soñaba tener y añoré saber si Dios existe en alguna parte, si de verdad esto era real y recé porque así fuera. Imploré que me escucharan y por que hicieran algo a nuestro respecto. Negué mi angustia ante hambruna de valentía y encontré fuerzas escondidas en mi esperanza de vida.
Rechacé moverme un metro más, por si se despertaba el hombre del saco.
Esa fuerza plantó mi esperanza y como cualquier día de estos, su vida amenazaba con morírseme en aquel quirófano de puertas eternas.
Poco a poco todo acabó llenándome, vaciando mi vaso de lágrimas cada ocho o doce horas obedientemente, consiguiendo con eso parecer mejor y hacerme creer a mi misma que mi esperanza no iba a robarme la razón cada vez que me acostaba.

Seguir es un patrón, seguir es fácil si tienes fuerzas, si puedes ver las líneas, si puedes apoyarte. Yo quiero ser tu apoyo, quiero ser bandera de tu causa, quiero verte animado pero esta vez de verdad, quiero verte llegar a la cumbre y que consigas pinchar la cima. No quiero que los esfuerzos que pases te tumben con un duro derechazo.
Quiero que vuelvas, pero que sea de verdad.
Quiero que vuelvas aunque sé, en cierto modo, que es una utopía.

Aun me acuerdo de la textura de las sillas de madera, del olor de la 1º planta, de las puertas del ascensor, de tu cara escondida y asustada, de mis llantos al final del pasillo. De las horas esperando un aviso.
De los médicos que daban miedo, de la doctora de las gafas de nieve, de el compañero seis, y el cinco, también el tres… creo que el resto se me han borrado.
Me acuerdo de la confianza, de las mentiras, de las decepciones, los vacíos, los rumores, los poquitos y las buenas noticias. Recuerdo a las amigas y ellas también recuerdan lo que yo escribo.
Aún oigo las nuevas risas, tus nuevos sentimientos, tu barbita de varias semanas, los poquito más, las nuevas buenas noticias, tu cumpleaños, tu día del padre, los pasteles, los regalos y los viajes. Sobre todo los viajes, los días, las semanas y los meses.
Recuerdo mucho la cama de colcha azul siempre hecha, las lavadoras sin tu ropa, los tres platos en la mesa y la comida sin hacer.
Sigo teniendo los miedos, los llantos y la esperanza aunque sea más pequeña y ya palpite cerca de mis recuerdos.
Tengo en mi mete las velitas, los santos y las estampas; el calor y el frío, los arrebatos de pánico e incertidumbre, mi cara de dados, los clines y la preocupación por mi madre.
Tengo cerca la visión de tu cara, la de mi madre, mi tía y mi tío, mis hermanos y la del tejido necrótico que nunca he querido verificar. A su lado vienen un festín más de tías y tíos, de abuelos y primos: primos míos, de ellos, de él y del vecino chismoso del 12.

Quien sabe cuantas piernas y brazos te han cortado, de cuantas sobremesas has ocupado, de cuantas Angelitas de la frutería han difundido más falsos rumores.

No sé como seguir sin ti, no quiero aprender a hacerlo. Me encantaría borrar ese sábado aunque desapareciera ese día del resto que me queda pero temo que esta es otra utopía que ojala se cumpliera.

Saber de lo que piensas sería de gran ayuda, sería un desahogo para ti… no quisiera que entraras en el desánimo. Sabes que hay gente luchando por ti en el límite de lo posible, que te quiere, que te necesita tantísimo como para aferrarse a un clavo ardiendo. No pierdas las fuerzas y, por favor, no te rindas nunca.
Queremos que vivas y queremos nuevas barbacoas, vacaciones y chapuzas; como siempre.

Será que necesito pensar en algo más, en un “aparte-de-todo-esto” y mi medicina se me inyecta como insulina desde la punta de mis dedos. Cuando vuelvo de noche y cojo el teléfono, siento que ya no quiero seguir acostumbrándome a ir marcha atrás durante mucho más tiempo.
Será que quiero comenzar a vivir de nuevas otra vida, una que no sea de descanso.

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